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¿TE IMAGINAS A UN REY TÍMIDO ESCONDIÉNDOSE DEL PUEBLO? Eso es lo que le pasó a Saúl. Había sido ungido y confirmado por Dios para ser rey de Israel, pero, avergonzado y temeroso ante la gran responsabilidad que eso suponía, se escondió entre el equipaje intentando escapar de la mirada del pueblo que lo esperaba con gran expectativa. ¡Qué situación!
La timidez no es un defecto y, por lo que muestran las investigaciones, es totalmente superable. Un estudio con datos de más de 550,000 adultos del Reino Unido sugiere que la timidez puede estar asociada a si eres hombre o mujer, a la profesión que tienes y a tu situación sentimental. Por ejemplo, en general, las mujeres tienden a ser más tímidas que los hombres durante la edad adulta. Además, las personas con empleo suelen ser menos tímidas que las desempleadas. En otras palabras, para la mayoría de los participantes, esta característica tendía a variar, por lo que sabían que la timidez se podía superar.
¿Y qué pasó con el tímido rey Saúl? Antes de caer en pecado, se convirtió en un rey intrépido y victorioso, nada parecido a aquel joven que se escondía de las miradas vigilantes del pueblo.
Así como Saúl había sido designado por Dios, nosotros también lo somos. NO TE ESCONDAS detrás de los equipajes de la vida. Ser tímido y reservado no es lo mismo que ser cobarde. Tal vez Dios esté moviendo tu corazón para que le hables a un amigo acerca de Jesús, para iniciar un grupo pequeño de lectura de la Biblia en tu escuela, para cantar o para desarrollar algún otro talento para honra y gloria de Dios. Ora pidiéndole a Dios que tu amor por él y por la causa de Cristo sea mayor que tu timidez.
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