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Arenas Movedizas

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«¡El que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto que construyó su casa! Sobre la arena» (Mateo 7:26).

¿ALGUNA VEZ HAS PISADO ARENAS MOVEDIZAS? ¿QUÉ TAL HACER un experimento que imite esa sensación?

Necesitarás un recipiente, 500 g de maicena, 600 ml, de agua y algunas hojas de periódico para forrar el lugar del experimento. Pon toda la maicena en el recipiente y añade el agua, mezclando hasta que la masa quede uniforme. Con la palma de la mano abierta, golpea la superficie, observando lo que ocurre. Luego intenta hundir solamente el dedo índice con la misma fuerza. ¿Qué ocurre? Cuando se ejerce presión con la mano sobre la mezcla, esta se comporta como un sólido; con la presión de un solo dedo, vemos que se hunde más fácilmente.

En su libro El Deseado de todas las gentes, Elena G. de White afirma: «El yo no es sino una arena movediza. Si edificáis sobre teorías e inventos humanos, vuestra casa caerá» (cap. 31, p. 284).

Si confiamos en nuestras propias fuerzas y sabiduría, o en teorías humanas, hay muchas posibilidades de que nos hundamos en ilusiones y falsas esperanzas. Pero si construimos nuestras vidas sobre la roca firme, que es la Palabra de Dios, entonces tendremos la seguridad de que, a pesar de los vientos y las tempestades, nuestra fe resistirá hasta el final.

Muchas veces, por nuestro propio descuido, somos llevados a dar pasos imprudentes, y cuando nos damos cuenta, el suelo no es seguro para nuestro caminar. Por lo tanto, pídele a Dios que te libre de las arenas movedizas del enemigo y que coloque tus pies sobre la ROCA FIRME que es Jesús. Solo en Cristo hay verdadera paz, seguridad y tranquilidad.

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