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EMPEZAR TEMPRANO EN LA VIDA ES UNA DE LAS MEJORES maneras de obtener el dominio total de un deporte. El nadador Michael Phelps, por ejemplo, empezó a los siete años; Cristiano Ronaldo, a los ocho; Rafael Nadal, a los cuatro; y LeBron James se incorporó al baloncesto a los nueve. Serena Williams, por su parte, empezó a jugar al tenis cuando tenía solo tres años, y antes de los diez ya era la número uno del mundo en su categoría.
Algunos adolescentes piensan que la vida es aún demasiado larga, y acaban posponiendo los momentos de reflexión y de cambio que son tan necesarios. Es importante saber que la mayoría de los hábitos que nos acompañan a lo largo de la vida pueden cultivarse cuando aún somos muy jóvenes.
Ningún atleta gana una competición sin años de dedicación. Se necesita renuncia y concentración, y estos hábitos no se adquieren de la noche a la mañana; es importante cultivar, entrenar, intentar. Lo mismo ocurre en nuestra vida espiritual. Nuestras obras deben ser coherentes con nuestro objetivo mayor; de lo contrario, acabaremos perdiendo la competición por causa de nuestras propias debilidades.
Los que van a la iglesia y se pasan todo el tiempo con su teléfono celular, difícilmente escucharán la voz de Dios. Los que no se toman en serio la comunión con Jesús y el estudio de la Biblia no serán capaces de defender las razones de su fe. Recuerda: como atleta de Cristo, también tienes que esforzarte por ganar, porque la disposición del carácter y el comportamiento que manifestamos en casa, en la escuela o en los momentos de ocio, revelan si somos realmente cristianos o no.
Señor, ¡quiero tener la fuerza, la disposición para cambiar mis hábitos y ser un atleta coronado por Jesús!
EL QUE QUIERE SER SANTO EN EL CIELO DEBE SERLO PRIMERO EN LA TIERRA.