|
¿TE HAS DETENIDO A PENSAR ALGUNA VEZ EN CÓMO personas mentalmente sanas han podido cometer crímenes tan terribles como el Holocausto (Genocidio de millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial)? El experimento de Milgram se hizo famoso por demostrar cuánto dolor es capaz de infringir una persona cualquiera a otra simplemente porque se lo ordena un científico.
El experimento consistió en lo siguiente. Un voluntario asumía el papel de un profesor que aplicaba descargas eléctricas a un alumno (que era un actor) cada vez que este cometía un error al responder una pregunta. A cada error, se le ordenaba al voluntario que aumentara el nivel de descarga sobre el alumno (actor), de 15 voltios (descarga leve) a 450 (descarga fuerte). Aunque las descargas eran falsas, el voluntario no lo sabía, e incluso oía los gritos de dolor del «alumno» , que eran simulados por el actor. Aun así, al ser incentivados por el científico, el 65% de los voluntarios participantes siguieron dando descargas hasta el nivel más alto.
Y tú, ¿a quién obedeces? Tal como afirma Pedro, por encima de todo debemos obedecer a Dios y a su Palabra. Ninguna autoridad, por muy respetada que sea, debe ser obedecida si se pronuncia en contra de la voluntad de Dios. Debemos detenernos a pensar, buscar conocimiento en fuentes fiables y analizar si estamos viviendo según principios bíblicos o según tradiciones humanas.
En Deuteronomio 28, Moisés describe una lista de bendiciones resultantes de la obediencia, mostrando al pueblo cuál sería el resultado de elegir, seguir solamente los consejos divinos. Dios espera que experimentes las bendiciones de obedecer sus leyes. Pero recuerda: con Dios no existe obediencia parcial. En el mismo capítulo, Moisés también describe las consecuencias de la desobediencia, mostrando que solo si nos entregamos por completo seremos verdaderamente bendecidos. Por lo tanto...
¡OBEDECE ÚNICAMENTE A DIOS!