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¿ALGUNA VEZ HAS SENTIDO QUE UNA información burbujeaba dentro de tu boca como una efervescencia, haciéndote sentir ansioso por contársela a alguien lo antes posible? Si esta información solo se refiere a ti o es una buena noticia, entonces realmente puedes compartirla si sientes la necesidad de hacerlo, pero antes de contarle algo a alguien, deberías pensar en lo siguiente:
* Los hechos ¿son realmente verdaderos?
* ¿De veras es necesario que se lo cuentes a otras personas?
* ¿Es útil y constructivo cuentes?
¿Sabes por qué es importante tener tanto cuidado? Pocas cosas son más destructivas que las palabras llenas de maldad. Cuando pensamos en compartir información, debemos tener cuidado y resistir la tentación que nos produce el impulso de hablar. Algunas personas suelen contar chismes porque no se sienten aceptadas o protagonistas dentro de un grupo y anhelan ambas cosas. Entonces, por inseguridad y por querer llamar la atención, acaban transmitiendo informaciones que no deberían divulgarse.
EL QUE CONTROLA SU LENGUA ES SABIO. Y controlar no es solo guardar silencio; también puede significar decir lo correcto en el momento oportuno. Hay informaciones que no deben ocultarse. Si callas cuando deberías hablar, tampoco estás controlando tu lengua.
Dios puede convertir tus palabras en bendiciones para todas las personas con quienes conversas. Deja que él controle tu lengua. Te traerá más felicidad a ti y también a los demás.
Corta una naranja en rodajas. A continuación, «moja» una rodaja en un poco de bicarbonato sódico y dale un Y mordisco. ¿Qué ocurre? Al masticar, la mezcla debería empezar a burbujear en tu boca. Esto sucede porque el ácido de la fruta reacciona con el bicarbonato, generando ese efecto que se asemeja a una efervescencia.