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¿CREES QUE SE PUEDE CONDUCIR AGUA A TRAVÉS DE UN HILO? ¡¡¡Sí, es posible!!! ¿Quieres intentarlo?
Vierte agua en un vaso y sumerge en ella el extremo de un hilo (o de un cordón) de al menos 25 cm. grueso Mantén el otro extremo del hilo en un vaso vacío. Inclina el vaso de agua para verter lentamente el agua por el hilo. Pide a un amigo que sujete el hilo con sus dedos en la pared del vaso vacío. Haz lo mismo con el hilo en el vaso de agua. El hilo debe estar bien tenso y estirado. Al verter el agua lentamente, esta seguirá el trayecto del hilo y fluirá hacia el vaso vacío. Esto se debe a que las moléculas de agua tienen un enlace entre ellas. Cuando encuentran un hilo de sujeción, lo siguen, asociadas unas a otras. Pero si el hilo se sacudiera de alguna manera, el agua se dispersaría por todas partes.
Cuando no hacemos la voluntad de Dios, la vida sigue la incertidumbre descrita en nuestro experimento. En un momento todo puede ir bien, pero una sacudida puede hacernos perder la seguridad y quitarnos la paz.
El versículo de hoy está tomado del tercer discurso de Moisés, cuando este hizo una distinción entre las bendiciones de seguir a Dios y las maldiciones, consecuencia de que nos alejemos del Padre.
Cada día tomamos decisiones que generan consecuencias. Al lado de Dios, tenemos firmeza, paz y alegría, incluso en medio de las dificultades. Lejos de él, solo tendremos una vida de incertidumbre y miedo, como si pendiéramos de un hilo.
En los primeros versículos del mismo capítulo, leemos que, si el pueblo de Dios decidía seguir sus instrucciones, el Señor le daría paz y seguridad. Al igual que un Padre advierte a su hijo, Dios te hace una advertencia: ¡No vivas pendiendo de un hilo!
Elige seguir la Palabra de Dios y ten la seguridad de que el Padre te cuidará y protegerá cada día.
¡Hoy es el día de comprobar cómo están yendo tus pensamientos sobre la vida! ¿Recuerdas el experimento propuesto el día 5? Retrocede unas páginas para confirmarlo.