|
¿CREES QUE UNA FINA PELÍCULA DE TELA es capaz de impedir que el agua caiga de una botella? Para obtener esta respuesta, haz el siguiente experimento:
Llena una botella con agua y tápala con una gasa mojada. Para asegurarte de que la fina gasa se adhiere firmemente a la boca de la botella, sujétala con una goma elástica. Ahora pon la botella boca abajo, manteniendo la boquilla firmemente apoyada en la palma de tu mano. Retira lentamente la mano, y observarás que la formación de una lámina de tensión superficial entre los hilos de gasa impedirá que caiga. Sin embargo, al menor movimiento de la botella, el agua comenzará a salir.
¿Conoces a alguien que es «creído/a», que piensa que puede hacerlo todo solo y que no necesita de nadie? Al igual que en nuestro experimento, la autosuficiencia es como esa fina película que nos engaña. ¡Nos hace creer que podemos soportar solos el enorme peso que está sobre nuestros hombros, pero esto es un engaño! Al menor movimiento, todo puede derrumbarse y quien se cree acaba perdiéndose. Sin Dios, no somos lo suficientemente fuertes. Somos frágiles y dependientes, y cuanto antes lo reconozcamos, más fácil nos será vivir, porque sabremos recurrir a la verdadera fuente de toda fuerza.
El versículo de hoy es una advertencia de Cristo a la última generación, que estará viva al momento de su regreso. El versículo trata de los peligros de la autosuficiencia. ¿Quieres ver algunos ejemplos de esto? Levantarte por la mañana y salir sin orar, hacer planes sin ponerlos en manos de Dios, y confiar en que las posesiones materiales o tu propia fuerza pueden ser tu seguridad. Todo esto es como afirmar: "¡No necesito a Dios; yo puedo solo!". No ignores tu verdadera condición. Pídele a Dios que te ayude a reconocer tu fragilidad y que él sea tu apoyo cada día. CONFÍA EN DIOS MÁS DE LO QUE CONFÍAS EN TI MISMO.