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HACE ALGUNOS AÑOS, HICIMOS UN viaje al extranjero con nuestra familia. En cuanto llegamos al país, fuimos a tomar el metro. Como iba acompañada de Rodrigo, mi esposo, no me molesté en verificar el destino, porque él tenía todo impreso y guardado en una carpeta. El metro llegó y el lugar estaba lleno de gente. Entré por una de las puertas con mi maleta en la mano y rápidamente se cerró la puerta. Para mi desesperación, cuando miré hacia atrás, estaba sola. Vi a través de la ventanilla a mi esposo asustado intentando balbucear alguna información. Sola, sin hablar una palabra del idioma local, sin saber adónde íbamos, miré a mi alrededor y pensé: «¿Qué hago?». ¿Quieres saber qué pasó? Tuve la idea de bajarme en la siguiente estación, y mis familiares también hicieron lo mismo luego de haber tomado el metro ellos también. Aunque esa estación también estaba muy llena, ¡Dios nos guio y pudimos encontrarnos! ¡Uf! ¡Fue un gran susto!
En esta vida es esencial saber adónde estamos yendo. No podemos depender solo de nuestra familia, amigos o líderes religiosos para seguir el rumbo correcto. Ellos pueden ayudarnos a veces, pero debemos aprender a decidir y actuar por nuestra propia cuenta; al fin y al cabo, la salvación es individual. ¿Quién está guiando tu vida? ¿Hacia dónde te diriges? Pide a Dios que te revele el destino correcto y que te ayude a seguir siempre rumbo a esa meta.
¿Has viajado alguna vez en tren o en metro? En el experimento de hoy haremos un tren magnético. Necesitarás una pila alcalina, dos imanes con un diámetro un poco mayor que el de la pila, alambre de estaño de 1 mm y un marcador para enrollar el alambre de manera que forme una vía. Coloca un imán en cada extremo de la pila, con los polos invertidos. A continuación, enrolla el alambre alrededor del marcador y coloca la pila dentro del resorte que se ha formado. Inmediatamente, la pila empezará a «caminar» por el raíl. Esto se debe a que los polos magnéticos opuestos empujan el tren hacia delante; la energía de la pila disminuye, mientras que la estructura gana energía mecánica para moverse.