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ALGO MUY COMÚN EN LA ADOLESCENCIA ES LA BÚSQUEDA DE un modelo a seguir. Por eso, muchas personas suelen convertirse en fans durante este periodo. Hoy, el experimento será diferente. Debes hacerte un autoanálisis. Responde mentalmente: ¿Eres fan de alguien? ¿Por qué? Las actitudes de esa persona ¿son buenas o malas?
En su libro We Become What We Worship [Nos convertimos en aquello que adoramos], el teólogo Gregory Beale evalúa la idolatría en algunas historias bíblicas y presenta el hecho de que llegamos a parecernos a aquello que adoramos. Después de todo, si realmente admiramos a alguien, desearemos parecernos a esa persona de alguna manera.
¡Pero eso puede ser muy peligroso! ¿Qué pasa si admiras y empiezas a imitar a los que no siguen los caminos de Dios? ¿Qué pasa si tus hábitos, gustos y forma de ser son similares a los de esas personas? ¡Eso no sería bueno!
En la Biblia, Dios condena varias veces a los ídolos tallados por el pueblo. En el Salmo 135, leemos que esos ídolos no pueden hacer nada, y que quienes los adoran también se vuelven ciegos y sin poder, porque se alejan de la fuente de la luz y el poder. Pero si adoras a Jesús, ¿qué sucederá? He aquí un gran ejemplo:
«Enoc tenía al Señor siempre delante de él. [...] Reflejaba el carácter de Cristo, haciendo gala de las mismas cualidades de bondad, misericordia, tierna compasión, simpatía, perdón, mansedumbre, humildad y amor. Su unión diaria con Cristo lo transformó a la imagen de Aquel con quien estaba tan íntimamente relacionado» (Conflicto y valor, p. 30).
¿Quieres parecerte más a Jesús? Haz de él tu único objeto de adoración y reverencia. Si haces esto, ¿qué características tendrás?