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Después de una terrible tormenta, a Len, el granjero, le preocupaba que algunas de las vallas que rodeaban su granja hubieran resultado dañadas por el viento. Para asegurarse de que no se había escapado ningún animal de la granja, Len caminó junto a la valla que rodeaba su finca. Si hubieras visto a Len, probablemente te habrías reído, porque la canguro mascota de la familia, Lulú, siempre iba saltando junto a él. Aunque tener un canguro de mascota no suele estar permitido en Australia, te voy a contar cómo sucedió y por qué las autoridades permitieron la adopción de Lulú.
Diez años antes, la familia había encontrado a Lulú en la bolsa de su madre, que había muerto atropellada por un automóvil. Mientras cuidaban a Lulú, se dieron cuenta de que estaba ciega de un ojo, lo que le dificultaría valerse por sí misma en la naturaleza.
Lulú era una estupenda mascota para la familia y una compañera para Len mientras trabajaba en la granja.
Un día, mientras Len revisaba la valla, Lulú lo seguía de cerca. Entonces Len se detuvo para examinar unos alambres rotos. De pronto, cayó una rama enorme de un árbol, lo golpeó en la cabeza y lo dejó inconsciente.
De vuelta a la granja, la familia se sorprendió al darse cuenta de que Lulú llamaba a la puerta. Alarmados, la siguieron hasta el prado, donde encontraron a Len. Estaba malherido, así que solicitaron ayuda urgente, y una ambulancia llegó rápidamente y se lo llevó al hospital. Imagínate la historia que contó el conductor de la ambulancia sobre la canguro que salvó la vida de un hombre.
Tú también tienes una gran historia que contar. Puedes contar cómo Dios te salvó (a ti y a todos los que lo aman y obedecen) enviando a su hijo Jesús para que muriera por ti y tú pudieras vivir con él para siempre.