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¿Te imaginas lo emocionante que debió ser para Adán encontrarse en medio de todos los asombrosos animales que Dios acababa de crear? ¡Luego Dios le pidió que les pusiera nombre a cada uno de ellos! A mí me cuesta encontrar un nombre para una nueva mascota, así que me alegro de que no me haya dado esa responsabilidad.
Los científicos se han esforzado por denominar y organizar a todos los seres vivos. Es algo así como organizar a tu familia en grupos: abuelos, padres, primos y así sucesivamente. Piensa en tu familia. ¿Cómo se llaman tus abuelos? ¿Cómo se llaman tus tíos? ¿Quiénes son tus primos? Quizá tu mamá o tu papá pueden ayudarte a hacer un gráfico de tu familia, empezando por su mamá y su papá.
Los científicos agrupan a los animales en reinos. Cada reino se divide en grupos más pequeños: filo, clase, orden, familia, género y especie.
A veces, después de clasificar un tipo de animal en un grupo, los científicos cambian de opinión y lo clasifican en otro. Esto ocurrió con el grupo de insectos conocidos como insectos palo. Como eran tan inusuales, se les asignó un orden propio: fásmidos, que significa «fantasmas». Cuando veas un insecto palo por primera vez, lo entenderás. Cuando encuentras un insecto palo o un insecto hoja, ¡no estás seguro de lo que ves! Pues parece un palo o una hoja.
El insecto palo norteño tiene el cuerpo largo y delgado, patas y antenas largas y no tiene alas. La naturaleza ha estirado a este personaje en todas direcciones, lo que hace que su parecido con un palo sea más convincente. Y, además, puede cambiar de color.
A pesar de lo asombrosos que son estos insectos, me alegro de no pertenecer a la familia de los fásmidos o insectos camuflados. Prefiero ser un ser humano. Pero, sobre todo, estoy agradecida de ser una de las hijas de Dios y de formar parte de su reino.