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Había un perro sin hogar que estaba muy delgado, con el pelo sucio y muy enredado. Parecía que era un labrador. Cuando Lauren y Leonardo lo vieron, apartaron de él el carrito de su bebé Lara. Sin embargo, por alguna razón, el perro les siguió mientras caminaban hacia el parque. A Lauren le preocupaba que se acercara demasiado a Lara e intentó que se alejara.
Lauren y Leonard estaban tan ocupados intentando alejar al animal, que no se dieron cuenta de que Lara se había bajado del carrito e iba caminando hacia un hombre que tenía muchos globos.
De repente, al ver que Lara se había escapado, los padres se chocaron, tropezaron y se cayeron al suelo. Cuando se levantaron, vieron que Lara estaba corriendo entre los automóviles aparcados en dirección a la carretera. Una gran furgoneta verde iba hacia ella.
Justo en ese momento, el perro callejero pasó corriendo junto a ellos y se colocó delante de Lara. Entonces giró su cuerpo e hizo que Lara retrocediera, que saliera de la carretera y quedara lejos de la furgoneta. En el último segundo, él también se apartó del vehículo.
Hubo muchas lágrimas y oraciones de alegría, abrazos y también caricias al perro al que Lauren y Leonard decidieron llamar Ira (un nombre hebreo que significa «el que vigila»). De hecho, estaban tan agradecidos que se llevaron a Ira a casa con ellos ese mismo día.
Puede que no tengas un perro como Ira en tu casa, pero siempre tienes a alguien que te cuida. Hagas lo que hagas y vayas donde vayas, Jesús siempre está pendiente de ti, como dice el versículo de hoy.