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Cuando Jesús regresó al cielo después de su resurrección, sus amigos en la tierra necesitaban a alguien que ocupara su lugar. Él les dijo que enviaría a un ayudante, el Espíritu Santo. Este ayudante también está disponible para nosotros, todo lo que tenemos que hacer es pedirle ayuda.
El Espíritu Santo te ayudará a ser como Jesús, a obedecer a tus padres, a ser sincero y amable e incluso te ayudará a ser un buen amigo. Pero, a veces, no le pedimos ayuda porque pensamos que podemos hacer las cosas solos.
Ziggy, una pequeña perrita, necesitaba ayuda y no dudó en pedirla como verás en la siguiente historia... Su amo, Chris, era dueño de una granja de pesca de truchas cerca de Adelaida, Australia. Hacía frío y ya nadie pescaba, así que Chris decidió cortar la maleza alta que crecía junto al lago. Chris se puso unas botas pesadas, un jersey grueso y una chaqueta, y él y Ziggy se dirigieron a la orilla del lago y empezaron a trabajar. Cerca, una perra de la familia llamada Stella, de raza rottweiler, dormía profundamente.
Al cabo de un rato, Chris se levantó para estirarse y cuando lo hizo se golpeó la cabeza con la barandilla de hierro que rodeaba el lago. Tras el golpe, perdió el equilibrio y cayó al agua helada. Su pesada ropa y sus botas aún pesaban más en el agua, Chris pensó que se iba a ahogar.
En la orilla, Ziggy se volvió loca, ladrando y saltando. Pero era demasiado pequeña para saltar al agua y salvar a su amo. En cambio, sus ladridos despertaron a Stella, que saltó al agua y sacó a Chris a la orilla.
A veces, incluso a los niños nos cuesta pedir ayuda, sobre todo cuando no queremos admitir que nos equivocamos. Jesús sabía que necesitaríamos un amigo poderoso cerca, así que nos dejó un ayudante: el Espíritu Santo, que está a solo una oración de distancia. Él siempre nos ayudará.