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Conozco una familia de flores que crecen en muchos lugares diferentes. Pueden crecer en los bosques sombreados, en prados luminosos y soleados, y en pantanos húmedos. Incluso pueden crecer en tu jardín. Sus florecillas pueden ser de diferentes formas y tamaños. Algunas son moradas, algunas son amarillas y moradas, pero todas son violetas.
Una cosa que tienen en común todos los tipos de violetas es que cada pequeña flor tiene una pequeña puerta custodiada por partes de la flor. Para llegar al dulce néctar de la flor, los insectos tienen que meter la lengua por la puertecita. Y lo creas o no, solo los insectos que ayudan a la violeta pueden meter la lengua por esa puerta.
Esta pequeña puerta impide que insectos como las hormigas entren y roben todo el néctar. La puerta también cepilla con polen a los insectos que logran pasar. Cuando los insectos se van, se llevan el polen con ellos a otras flores.
La puertecita de la violeta protege su precioso néctar, de la misma manera que tú y yo debemos proteger la puerta de nuestro corazón. Con la ayuda de Jesús, puedes proteger tu corazón y tu mente, dejando entrar solo las cosas buenas y útiles, y dejando fuera las malas. Hoy, decide ser como una violeta, cierra la puerta de tu corazón a Satanás y a las cosas malas que quiere traer a tu vida.
Vicki.