|
Cuando se trata de ballenas, no quieras tener «razón». Hace años, cuando la gente mataba ballenas por el aceite que obtenían de su grasa, los marineros llamaban a una especie de ballena la «correcta» o franca, porque era la mejor para cazar. Los antiguos balleneros encontraban en estas ballenas una presa fácil, pues era muy lenta y tímida. Estas ballenas vivían gran parte del año bastante cerca de la costa y se las podía ver desde muy lejos por los chorros de vapor que lanzaban al aire. Cuando morían, flotaban, lo que facilitaba llevarlas a tierra.
Ahora las ballenas están protegidas y la población de esta especie de ballenas «correctas» está creciendo. Aun así, solo hay mil ballenas de estas en el mundo. Es un miembro especialmente curioso de la familia de las ballenas y se le ha llamado el fiestero del mundo de las ballenas. Aunque una ballena franca boreal puede pesar más de 200.000 libras (casi 91.000 kilos), es bien conocida por algunos ejercicios de gimnasia sorprendentes.
Es difícil imaginar cómo estas ballenas tienen tiempo para jugar porque tienen que comer mucho para mantener su peso. Y su dieta no consiste en tipos gigantes de comida. Las ballenas francas septentrionales comen más de 5.000 libras (2.267 kilos) de zooplancton y crustáceos. Nadan con la boca abierta, y las más de 200 barbas de su boca, cubiertas de finos pelos, filtran los diminutos animalitos nadadores que componen su dieta.
Es natural querer tener razón, y también es natural pensar que sabes lo que está bien y lo que está mal. Pero incluso a los adultos les puede resultar difícil discernir lo que está bien y lo que no. «Discernir» significa «tener entendimiento para distinguir el bien del mal» y el discernimiento es un don de Jesús.
No siempre es fácil pedir ayuda, pero hasta Salomón, el hombre más sabio que ha existido, pidió sabiduría a Jesús, puedes leerlo en el versículo de hoy. ¿Tendrías el valor de pedir lo mismo? Cuando te enfrentes a un problema y te preguntes qué es lo correcto, pídele ayuda a Jesús.