|
Dennis vivía en una granja con muchos animales con los que jugar y a los que observar. Había perros, gatos, vacas, caballos, cabras, ovejas, patos y gansos. También había animales salvajes como zorros, ranas, conejos, ardillas, pájaros y alguna que otra serpiente. ¡Era fantástico!
Pero cuando su familia se mudó a una pequeña ciudad, dejaron a los animales salvajes y a las vacas, caballos, cabras y ovejas en la granja. Dennis se sentía muy solo, claro que tenía un par de perros, y aún le quedaban dos hermanos, una hermana, y su madre y su padre. Además, su abuela y su abuelo también vivían en la misma casa, así que había bastante gente. Pero ya no era lo mismo.
La nueva casa de la familia estaba cerca de una autopista que pasaba junto a un criadero de pollos donde se criaban pollitos. Cerca había otro lugar donde llevaban pollos grandes. Todos los días, Dennis veía pasar los camiones con sus jaulas de pollos. También recogía las plumas que flotaban en el patio y caían desde los camiones. Las plumas eran divertidas, pero él quería tener su propia gallina.
Cuando llegó la primavera, los padres de Dennis le regalaron un pollito muy peludo. Estaba encantado y lo llamó Shicken (porque le costaba decir chicken, «gallina» en inglés). Lo alimentó y lo guardó en un corral seguro. Muy pronto, el pollito dejó de ser una esponjosa bola de plumas y se convirtió en una gallina. Durante el día, Shicken podía correr por el corral y escarbar en busca de gusanos y otras cosas deliciosas que a las gallinas les gusta comer. Dennis cuidaba tan bien de Shicken que ella empezó a recompensar sus cuidados poniendo un huevo cada día.
Para Dennis, cuidar de Shicken era su trabajo. Debía tener agua limpia y buena comida. Había que meterla en su corral para que estuviera segura. No siempre es fácil ser cariñoso, paciente y fiel en tu trabajo. Pero cuando lo eres, demuestras que tienes a Jesús en tu corazón.