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¿Has visto alguna vez una araña trepar por una pared o deslizarse por el techo? ¿Te has preguntado cómo hacen para no caerse?
La razón por la que las arañas pueden subir por las paredes y caminar por los techos es algo especial que Jesús puso al final de sus patas. En la punta de cada pata hay un grueso grupo de pelos diminutos. Estos pelos son tan pequeños que no se pueden ver sin un microscopio y cada uno de esos pelos está cubierto de pelos aún más pequeños, cuyas puntas de pelos tienen forma de velas. Estas «velas» se clavan en cada bulto y oquedad de la pared o el techo, sujetando fuertemente a la araña. De hecho, cuando las ocho patas de una araña de un cuarto de pulgada de largo están abajo, hasta 624.000 pelos pueden estar tocando la pared. Eso es 173 veces más poder de adherencia del que necesita la araña para mantenerse en ella. Para despegarse de la pared, las arañas despegan los pelos tirando de uno de los bordes, de la misma forma que se despega la cinta adhesiva de un trozo de papel.
Jesús dio a las arañas más «poder de adherencia» del que necesitan para que puedan ir a donde necesiten. A nosotros también nos ha dado muchas más cosas buenas de las que necesitamos. Mira hoy a tu alrededor y haz una lista de todos los regalos que él te ha dado. ¿Por dónde empezarías?
Aquí tienes algunas cosas para empezar... Cejas, para evitar que la lluvia se te meta en los ojos. Uñas, para que te sea más fácil coger cosas pequeñas. Una nariz, para que puedas distinguir las cosas que son dulces y las que no lo son. ¡A ver cuántas cosas más puedes añadir a esta lista!
Vicki.