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DIOS COLOCÓ EN EL HUERTO DEL EDÉN a Adán y Eva para que disfrutaran del mundo perfecto que había hecho. Dios los había creado con sus propias manos, y sabía que sus músculos, huesos, órganos, así como cada célula pequeñita, necesitarían nutrirse correctamente. Por tal motivo, les indicó que podían comer todas las semillas y las frutas de los árboles y las plantas, pues serían esencial para que su cuerpo gozara de buena salud.
Adán y Eva no necesitaron medicinas mientras estuvieron en el huerto, pues su cuerpo funcionaba correctamente por ingerir alimentos nutritivos. ¿Te gustaría ya no enfermarte ni tener que visitar un doctor? ¡Claro que sí! Entonces ya tienes la receta y medicinas perfectas: frutas, verduras y semillas todos los días.
Actividad: Practica la receta perfecta, alimentándote sanamente.
Oración: Querido Padre, gracias por las frutas, las verduras y las semillas.